martes, 4 de mayo de 2010

Frustrada encerrona de Daniel Luque en Las Ventas.

Alguien puso a Daniel Luque al borde del abismo de una corrida que nacía con poca razón de ser. Una encerrona, un gesto, que ni si quiera le iba a valer para ganarse los contratos en San Isidro y la Beneficencia, ya estaban cerrados.

Seis silencios como seis soles le cayeron a Daniel Luque, ayuno de esa ambición y ese valor que le caracterizaba en sus primeras temporadas como matador de toros. El torero sevillano no tiene entre sus virtudes la calidad, por eso se esperaba que saliera a comerse el mundo, a morderse a los seis toros, que pese a todo alguna opción dieron. Desde que abrió el capote ante el primero las ideas fluyeron como no debían.

Debió apostar más con el noble primero, pero se empeño en citar a derechas y a izquierdas, pasando sin apreturas y sin arriesgar un alamar. Se perdió con el dócil segundo, un acochinado de Juan Pedro Domecq que a veces hasta le puso en evidencia; como el tercero, un gran toro de Ñuñez del Cuvillo que fue a su aire de principio a fin porque no encontró torero que le mandara. No remontó con el quinto, el de mejor nota, aunque fue a menos; y lo intentó con el buy que cerró plaza cuando sobreponerse ya era del todo imposible.

Las sentidas verónicas con las que recibió al tercero, el buen comienzo de faena ante el cuarto, doblándose con poder; o el alegre galleo por chicuelinas que llevó al quinto ante el picador, no son bagaje suficiente para contrarrestar el adocenamientocon la muleta, la falta de variedad o los repetidos falloss con el estoque, tirándose siempre muy trasero y con escasa decisión. El Domingo de Resurrección de Daniel Luque fue de negro silencio; "Se venía venir", decían muchos a la salida.

Plaza de Toros de Las Ventas, Madrid. Domingo de Resurrección. Un tercio de entrada.

Toros de Nuñez del Cuvillo (impares) y de Juan Pedro Domecq (pares), desiguales de presentación, sin casta y raza.

Daniel Luque (único espada): silencio, silencio, silencio, silencio tras aviso, silencio y silencio.

Imagen: Daniel Luque cabizbajo tras estrellarse en su encerrona.

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