lunes, 22 de marzo de 2010

Tres toreros y seis toros artistas en la octava de Fallas.

La extremada flojedad de los toros da al traste con todas las expec- tativas. Estos toros de Juan Pedro Domecq dejan que los toreros dibujen pases, compongan la figura... pero ni siquiera permiten faenas mínimamente redondas y el público acaba hartándose.

El primero de Julio Aparicio parecía que salia ya picado. Se luce Ángel Otero con los palos. El toro embiste a cámara lenta y se cae. Sólo brilla Julio Aparicio cuando acompaña algunos muletazos con la cintura. En su segundo, aunque lo brinda al público, se suceden los enganchones. Y lo mata yéndose demasiado lejos.

La gente viene a ver a Cayetano, fenómeno popular, y aplaude su quite por tafalleras, en el tercero, y su larga de rodillas, en el último. El primero le pega una voltereta al prepararlo para la muerte; estos toros no permiten lucimiento pero también pueden dar un disgusto.

Dentro del desastre de la tarde, lo único de verdad hemoso son algunos muletazos de Morante de la Puebla al segundo; con ritmo, con naturalidad, con empaque, sabiendo irse del toro. Un remate de aroma gallista es una delicia. Pero el toro se acaba... El quinto es el garbanzo negro: un manso clarísimo que no pasa ni desarrolla genio en banderillas. En la primera serie de muletazos, le pone los pitones en la cara y Morante corta la faena, machetea y mata mal; lo esperado con un toro así. El público lo abronca.

Plaza de Toros de Valencia. 18 de marzo. 8º de feria. Lleno.

Toros de Juan Pedro Domecq, muy nobles pero flojísimos.

Julio Aparicio: silencio y silencio.
Morante de la Puebla: leve petición con saludos y bronca.
Cayetano: silencio tras aviso y ovación de despedida.

Imagen: Derechazo de Morante al flojo ensabanado.

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